Eficiencia energética, como principal fuente de reducción de costes a la que se enfrenta la industria, y que además supone una importante contribución a reducir la huella de carbono de la producción y, con ello, a la reducción de su impacto sobre el medio ambiente. Del mismo modo, la integración de sistemas productivos con sistemas de generación de energía, siguiendo modelos de economía circular, resulta clave para la traslación de proyectos productivos a países con baja calidad del suministro energético.
El medio ambiente es considerado por los economistas actuales como el cuarto factor de producción. La consciencia de límite en el uso de los recursos supone una restricción, cada vez más generalizada, al desarrollo industrial y que cambia el paradigma de la productividad, propio de una economía basada en el petróleo, por un nuevo paradigma, el de la sostenibilidad, propio de un nuevo modelo económico que busca fuentes renovables y que trata de optimizar los procesos biológicos y biotecnológicos para usos industriales.
La trazabilidad, la reducción de las cadenas de distribución y la reducción de las necesidades de transporte, y sobre todo, la hibridación entre tecnologías de la computación y electrónica con las ciencias de la vida, dando lugar a las llamadas “ómicas” como Key Enables Technologies que proporcionarán probablemente las principales innovaciones disruptivas de los próximos años, son retos y dominios tecnológicos que deben estar presentes en la oferta de servicios de este HUB.
El concepto de igualdad, o de equidad, hace referencia a la dimensión social de la actividad económica, y constituye una brecha que se hace cada vez más grande entre el Norte y el Sur, en incluso en el seno de las sociedades desarrolladas, dando lugar a alguno de los problemas más acuciantes, como los procesos migratorios, o los desequilibrios demográficos.
El desarrollo productos para la Base de la Pirámide, es decir para ese gran porcentaje de la población que vive con menos de dos dólares al día, soluciones integrales para el desarrollo socio económico de las comunidades, o el uso de la tecnología con fuente de derechos, y de servicios que mejoren la calidad de vida de la población, así como la mejora de procesos productivos que faciliten la conciliación de la vida personal y profesional o el trabajo cualificado desde las zonas rurales, son retos a los que la digitalización puede contribuir.
En el sentido de “clase economy” o “low cost” son tendencias que requieren de esfuerzos de eficiencia en el uso de los recursos, o en el rediseño de procesos para que la competitividad no dependa del bajo coste de mano de obra, o de procesos poco sostenibles ambientalmente. La industria europea se enfrenta a estas tendencias de mercado, y a la competencia de países con menores estándares de calidad, ambientales o laborales; una opción es salir de esos segmentos de mercado, pero sin ellos será difícil converger con el 20% del PIB industrial, la reindustrialización de Europa pasa también por hacer competitivas a las empresas que operan en sectores tradicionales en los que el precio marca la diferencia, sin que la mejor alternativa sea la deslocalización de la producción y el foco en los servicios, tanto de diseño y desarrollo como de comercialización, porque además estas actividades son menos inclusivas en términos de empleo que las actividades productivas.
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